miércoles, 11 de septiembre de 2013

DESMADRE SOBERANISTA

                        Ante la noticia de que Rajoy está pactando con Mas una consulta “tolerada” o “acordada”, según el presidente catalán, o negociando “sobre cosas que son razonables”, según el presidente de los españoles (incluidos los catalanes) sólo cabe preguntarse, una vez más, ¿qué es lo que hay que negociar al respecto? Si hasta hace bien poco Rajoy mantenía, acertadamente y de forma enérgica, que nada había que pactar o negociar al margen de la legalidad, no procede ahora ninguna negociación entre ellos para celebrar un referéndum en Cataluña sobre su independencia. Ni Rajoy tiene “per se” capacidad legal para autorizarlo, ni Mas para convocarlo y, teniendo en cuenta el órdago chulesco del catalán para realizarlo unilateral e ilegalmente, cualquier claudicación del Gobierno español generaría en la ciudadanía más confusión sobre esta escalada soberanista que, a las pruebas me remito, se ha convertido en un desmadre intolerable. Si hasta hoy los distintos gobiernos españoles toleraron por mero egoísmo particular todas las tropelías e ilegalidades de los distintos gobiernos nacionalistas autonómicos, consolidando este desmadre institucional, ha llegado el momento de decir basta para que cada palo aguante su vela. A las amenazas ilegales de Mas, Junqueras y compañía, a sus bravuconadas e insultos al resto de españoles, incluidos los catalanes que no piensan como ellos, sólo cabe responderles democráticamente, es decir, con la imposición escrupulosa de la legalidad vigente, incluidas, si fuera preciso, las medidas coercitivas, como hace cualquier otro estado civilizado y democrático. Ya está bien de que las chulerías de los independentistas se consideren políticamente correctas, mientras que enfrentarse a ellas bajo la bandera de la legalidad se considere lo contrario.
            Si Artur Mas ha decidido “recular” a última hora, bienvenido sea a la democracia y la libertad. Ni siquiera tiene que renunciar a su objetivo independentista. Sólo tiene que asegurar que luchará por él democráticamente desde la más estricta legalidad y, por tanto, no convocará, al no tener competencia para hacerlo, una consulta ilegal bajo ningún concepto. Engañó cuando, hace unos días, dijo que no la convocaría “si se niega el Gobierno”, sabiendo que obligadamente éste tiene que negarse, salvo que, se sitúe en el bando de los ilegales como Junqueras, socio de Mas, que inmediatamente le contestó que la consulta se celebrará en 2014 “sí o sí” con una sola pregunta clara sobre la independencia. Obviamente con quien tiene que romper o negociar Mas, si quiere regresar a la legalidad y salir del abismo en que se ha metido, es con Junqueras y no con Rajoy, en vez de plegarse de nuevo, como ha hecho, a las exigencias de ERC afirmando que no ha reculado “ni un milímetro” ya que “la consulta se hará en 2014 sí o sí”. Es decir, lo que le exige su socio Junqueras, por lo que ERC celebra que Mas “haya vuelto al camino de la sensatez”, es decir, de la ilegalidad. Justo lo que celebraron los socialistas catalanes, pero por todo lo contrario, cuando Mas, en un momento de lucidez, manifestara que la consulta en 2014 podría ser aplazada si se negaba el Gobierno. En fin, un desmadre que no hay por dónde cogerlo y que, desde luego, no se soluciona, tal como dice Rubalcaba, “hablando en secreto”. Sólo faltaba que, en vez de recular Mas, reculara Rajoy.
            Ya es suficiente que los independentistas catalanes prostituyan la Historia de España y, por supuesto, de Cataluña, como estado independiente que nunca fue; que se apropien de personalidades como Colón y Cervantes; que conviertan guerras civiles de sucesión al trono en guerras de ocupación; que nieguen colaboraciones de catalanes con el franquismo, reservando tal “honor” al resto de españoles; que acusen a España, como si no fueran españoles, de robarles; que impidan la educación en castellano en igualdad con el catalán, siendo ambas lenguas cooficiales; que, en plena crisis económica y siendo la Cataluña de Mas una de las que más la padecen, digan que “la España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva”; que mancillen símbolos españoles (bandera, himno…), considerando agresores a quienes los defienden; que, al fracaso de Madrid sobre los JJOO respondan que “sólo Barcelona puede competir con Tokio y Estambul”… y tantas otras barbaridades que han calado como verdades en muchos ciudadanos por la pasividad y negligencia de los sucesivos gobiernos españoles ante semejantes desmanes. Ya es suficiente como para además echar ahora una mano para sacar a Artur Mas del berenjenal en que se ha metido y ha metido a CiU, sabiendo que, en todo caso, se trata de una estrategia coyuntural, que no de un convencimiento sincero, para volver a la deslealtad con el Estado español del que Cataluña forma parte, con su legalidad democrática y con el gobierno de turno que lo dirija en el primer momento propicio que se le presente.
            Si Mas es esclavo de Junqueras, si ha llevado al borde del abismo a la coalición entre CDC y UDC, poniendo contra natura a CiU al pie de los caballos de ERC, y si ha conducido a los catalanes a la mayor división de la Historia de Cataluña, sometiéndola a las mayores penurias económicas y las más grandes cotas de corrupción, ha sido por su manifiesta incompetencia y su soberbia. Que el PP, en boca de Sánchez-Camacho, le advierta que fijar la consulta es un “escollo para la negociación”, cuando nada hay que negociar, en vez de exigirle un escrupuloso respeto a la legalidad vigente, es un insulto a todos los españoles, incluidos los catalanes no independentistas. No hay otra forma de finiquitar este desmadre soberanista que, entre otras causas, está haciendo añicos la “marca España”. Ni siquiera vale la excusa de que se negocia para “evitar un choque de trenes” cuando uno de ellos circula por la vía correcta y el otro por un atajo.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

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