No
sé si ha sido Navarro “motu proprio”, presionado por Susana Díez o a instancias
de Rubalcaba, pero lo cierto es que el Secretario General del PSC ha dado un
giro copernicano en la forma de enfocar el desafío independentista de Artur Mas
y Junqueras. En un Consejo Nacional Extraordinario ha hecho, por fin, lo que
debía haber hecho hace ya bastante tiempo. Aunque algo tarde, bienvenida sea la
iniciativa. Más vale tarde que nunca. Le ha bastado someter a votación la tesis
de la Ejecutiva, rechazando que el Parlament solicite autorización al Congreso
para la convocatoria de un referéndum, para obtener un amplio respaldo. De 309
consejeros han votado a favor de la Ejecutiva de Navarro 258 (el 83´5%),
manifestándose en contra sólo 41 (el 13´3%), en blanco 9 (el 2´9%) y nulo el
voto restante. Una victoria aplastante de Navarro sin lugar a dudas. ¿Qué
necesidad tenía de jugar al absurdo?
Obviamente
la vuelta del PSC a la cordura ha defraudado a los partidos independentistas
(CiU, ERC, ICV y CUP) que, de forma consensuada, reclamaban la delegación de
competencias en base al art. 150.2 de la Constitución para organizar la
consulta, tras hacer una lectura torticera de dicho artículo que, ni
literalmente permite semejante delegación de competencias, y, mucho menos, desde
el sentido común y la literalidad de otros muchos artículos constitucionales.
La bajada de Navarro del vagón de la locura soberanista supone un verdadero
mazazo a los planes totalitarios de Mas, Junqueras y compañía. Hasta el
mismísimo Durán i Lleida, experto en nadar y guardar la ropa, no ha podido
disimular su enfado al manifestar que el PSC “nos falla en el momento más
trascendente de Cataluña”, quitándose la careta de moderación que casi siempre
lleva puesta y que le permitía simular un distanciamiento de la hoja de ruta de
sus mismísimos socios (CDC y ERC), no de su proyecto, y una cierta proximidad
con su “tercera vía” al federalismo del PSC y su, hasta ahora, ambigüedad sobre
la famosa consulta catalanista. La tesis de Navarro de que el referéndum de
autodeterminación sea pactado de forma legal y acordada entre los dos
gobiernos, es simplemente una forma suave, para no levantar ampollas, de
manifestar que el referéndum, hoy por hoy, es prácticamente imposible, ya que,
si no se modifica antes la Constitución (y ello requiere un amplísimo consenso
español), sería totalmente ilegal convocarlo, salvo que las mismísimas Cortes
Generales se volvieran locas, caso que no sucedió cuando Ibarretxe intentó lo
propio.
Con
el PP, PSOE y UPyD, claramente ubicados en el lado constitucionalista, incluso
en Cataluña, e IU también (al menos en el resto de España, salvo Cataluña), la
locura de CIU (aunque UDC siga sin aclararse) y ERC, acompañados por minorías
aún más alocadas, tienen poco margen para la credibilidad democrática, ni
presente ni futura, y mucho margen para poner en evidencia el lastre
totalitario que arrastran, en caso de mantener su reivindicación unilateral de
independencia, sí o sí, que, según las encuestas, sólo avalaría la mitad de los
catalanes. ¿Y la otra mitad? ¿Y el resto de españoles? El “sensato” de Durán,
único que sigue en la ambigüedad, tiene ya poco tiempo para decir al pueblo
español (incluido el catalán) de qué lado está, si, como él mismo dice, con los
que tienen más de cuatro dedos de frente o los que no llegan a eso.
En
el PSC sólo basta saber ahora si esa minoría independentista del 13% acatará
las decisiones mayoritarias del partido o seguirá en actitudes díscolas,
votando en las instituciones contra las directrices internas democráticamente
establecidas. Al igual que Durán, tienen poco margen para optar sobre qué lado
están, si en el democrático o en el totalitario. Como en la resolución del
Consejo Nacional no se ha incluido la exigencia de que los parlamentarios se
comprometan a votar la decisión de la mayoría sin romper la disciplina de voto
(como ha venido sucediendo hasta ahora) y sólo ha quedado la recomendación de
Navarro de que tienen la obligación “moral y democrática” de acatar las
decisiones de la militancia, convendría que, ya puestos a oxigenar el PSC,
quedara bien claro que las actitudes antidemocráticas no pueden quedar impunes
como hasta ahora, máxime cuando, al parecer, quienes pierden la razón de los
votos insinúan no tener claro acatar la disciplina de voto. En caso de llevar
esta velada amenaza nacional-socialista, en detrimento de los principios
democráticos socialistas, sin que semejantes personajes sean expulsados ipso
facto por su manifiesto talante antidemocrático y, por tanto, totalitario, el
PSC no sólo quedará relegado a la cuarta posición en Cataluña, como dicen las
últimas encuestas, sino que correrá un grave riesgo de quedar como un partido
desprestigiado y testimonial, con el correspondiente daño al PSOE a nivel de
todo el Estado Español. Navarro y su Ejecutiva tienen la última palabra;
Rubalcaba y la suya, la palabra y la decisión definitiva. ¡Ojala no tomen
atajos durante el recorrido del buen camino que acaban de iniciar! España, más
que nunca, lo necesita y Cataluña, como parte de España, mucho más.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
No hay comentarios:
Publicar un comentario