lunes, 30 de diciembre de 2013

PRUDENCIA Y COHERENCIA

                        Es momento de balances y previsiones. Balances de resultados de un 2013 que nos dice adiós y previsiones para un 2014 que, al menos en España, se prevé bastante complicado. Superado el ecuador de la legislatura del gobierno del PP con mayoría absoluta, con sus luces y sombras, cada vez queda menos tiempo para que, tanto el gobierno como la oposición, consigan ganarse la credibilidad perdida, tanto a nivel interno como externo, requisito básico para que, al margen de las preferencias ideológicas individuales, la política recobre el rol imprescindible que le corresponde en una sociedad democrática. Hoy por hoy, desgraciadamente, no es así y demasiada gente considera a los políticos como uno de los graves problemas que tiene España en vez de considerarlos el eje esencial de la solución de los mismos. En estas condiciones son excesivas las incertidumbres para afrontar con solvencia política las próximas elecciones generales, corriéndose el riesgo de que un voto cautivo del desencanto y huérfano de la convicción, si supera la ciénaga de la abstención, vaya a parar a opciones políticas inviables, generando un mapa político de ingobernabilidad que, tal como está el patio, España no se puede permitir.
            Con semejante panorama de previsible inestabilidad política, tanto el PP, como partido del gobierno, como el PSOE, principal partido de la oposición, están obligados a mirar más allá de lo que queda de legislatura y, con altura de miras, por encima de los legítimos intereses electorales, arbitrar políticas consensuadas, desde la prudencia y la coherencia, para afrontar los asuntos pendientes en lo que queda de legislatura, obligando al resto de partidos a sumarse a lo razonable o desenmascarándolos de sus irracionales proyectos inviables. Si tal como dice el Ecofín entre los grandes deberes por culminar está la reforma laboral, la de las pensiones y el control de las comunidades autónomas no nos podemos permitir el lujo de tratar dichos asuntos con tópicos generalistas para caer en incoherencias manifiestas que provocan el típico debate del “y tú más” o el “por qué no lo hiciste cuando gobernabas” del que siempre salen beneficiados quienes, sin previas responsabilidades de gobierno, pueden seguir demagógicamente ofertando la luna.
            Si la imprudencia por un lado y la incoherencia por otro son las principales fuentes del descrédito acumulado por parte del PP y del PSOE, sólo será posible salir de esta situación afrontando de forma honesta y desde la prudencia los debates pendientes con absoluta coherencia y no con exabruptos como argumentos que no se sostienen ni entre los propios correligionarios, especialmente si en tu etapa de gobierno (o de oposición) hiciste lo que criticas ahora o te comportaste como el que ahora repudias. Ni al PP le vale ya apelar a las herencias para justificar las incoherencias con su proyecto ideológico-programático, ni al PSOE, recurrir a descalificativos gratuitos de las políticas que, practicadas hoy por el PP, se asemejan a las que ellos practicaron cuando gobernaban (valga como ejemplo oponerse a la nueva ley del aborto con el argumento de que socaba la libertad de las mujeres cuando la ley  socialista de 1985 se asemeja bastante a la de Gallardón, lo que, en boca de Rubalcaba, ministro comodín de casi todos los gobierno socialistas, es pura demagogia se mire como se mire, salvo que idéntica ley tenga efectos liberticidas no según su contenido sino según quién la elabore o la aplique).
            No es baladí recordar que, al margen de las exigencias de la UE, otras muchas reformas están pendientes de adopción o plena aplicación como la ley Wert, la reforma tributaria o la citada ley del aborto, así como el grave asunto de la consulta catalana soberanista que, por sí mismas, predicen un 2014 convulso. Si además han de celebrarse elecciones al Parlamento Europeo, para elegir por sufragio universal directo, libre y secreto a los eurodiputados, que por vez primera, gracias al Tratado de Lisboa, verán incrementado el poder de la Eurocámara, la convulsión política del año entrante está más que asegurada. Y si, para colmo, muchos de los casos de corrupción en progresión investigadora sirven como el más indeseable ingrediente del descrédito político con el argumento intolerable del “y tú más”, la rehabilitación de la prudencia y coherencia política de los partidos en España se me antoja harto complicada.
            Se puede o no estar de acuerdo en que el 2014 será el año que inicie la recuperación económica. Incluso es probable que así sea, casi toda Europa lo está haciendo. Pero desgraciadamente España, aunque saliera de dicha crisis, está afectada por otras crisis, incluso más graves, como es la crisis de valores, social, política y territorial. De la económica se puede salir haciendo las cuentas bien. Las restantes requieren otros muchos más esfuerzos, comenzando por la asunción de una serie de valores por parte de nuestros gobernantes y políticos que, lamentablemente, han perdido. Uno de los importantes, la prudencia, tanto en la forma como en el fondo de afrontar los problemas; otro, la coherencia, tanto en las propuestas como en las críticas a la hora de hacer creíbles los proyectos. Sin éstos es difícil asumir el resto de valores que deben adornar a un gobernante. ¿Estarán los nuestros dispuestos a intentarlos? Es el primer reto a superar en 2014.

                            Fdo. Jorge Cremades Sena 

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