sábado, 11 de enero de 2014

MENUDO PANORAMA

                        Se mire como se mire España tiene un panorama preocupante. No ya por razones económicas, que también, sino por otras razones que, a mi juicio, son incluso más difíciles de afrontar, sobre todo, cuando la desconexión entre los ciudadanos y sus representantes políticos es abismal. Basta echar un vistazo al último barómetro del CIS (diciembre de 2.013) para constatar que los principales problemas de la ciudadanía poco tienen que ver con las principales preocupaciones y dedicaciones de los políticos (tanto los de los gobiernos, central o autonómicos, como los de la oposición) y de las cúpulas sindicales. Basta comparar dicho barómetro con los anteriores, para constatar la evolución de las preocupaciones mayoritarias del pueblo y su proyección futura como elemento esencial de distorsión de la convivencia democrática.
            Justo cuando la tremenda crisis económica, aunque lentamente, parece que cambia el rumbo en su inexorable caída hacia el abismo, aparecen abismos mucho más peligrosos sin que, al parecer, nadie esté dispuesto a evitarlos, sino todo lo contrario, cuando debiera ser la prioridad consensuada de todas las fuerzas políticas o, al menos, de aquellas que tienen una clara vocación de gobierno.
            Pues bien, sin pretensión exhaustiva, los diez problemas principales que percibe la ciudadanía española en diciembre pasado son, por orden de importancia según porcentaje, el paro (77%), la corrupción y el fraude (37´6%), los de índole económica (29´7%), partidos y clase política (26´2%), seguidos a gran distancia por la sanidad (10´9%), la educación (8´4%), los de índole social (8%), los recortes (4´8%), el gobierno y los políticos (4´1%) y la inseguridad ciudadana (3´4%), quedando los demás asuntos en una escala mucho menor. Basta compararlos con los de tres fechas anteriores, como el año 2000 (segunda legislatura del gobierno de Aznar), 2005 y 2010 (primera y segunda legislatura del gobierno de ZP) para observar porcentualmente como han evolucionado y extraer las pertinentes conclusiones: paro (59´9, 49 y 78´6), corrupción y fraude (0, 0´6 y 2´7), índole económica (11´7, 17´5 y 52), partidos y clase política (4´8, 10 y 19´3), sanidad (3´2, 6´1 y 0´3), educación (3´3, 6´3 y 4´9), índole social (5´8, 6´7 y 4´9), recortes (irrumpen en 2012 para el 6´6%), gobierno y políticos (0, 1´7 y 6´6) e inseguridad ciudadana (9´4, 22´6 y 8´1). Es obvio que, salvo el endémico problema del paro (incluso en época de bonanza), siempre visto como primer o segundo problema en competencia con el terrorismo hasta el 2008, el mayor contraste en las preocupaciones ciudadanas está en los asuntos de corrupción y en la actuación política, dos problemas interrelacionados apenas percibidos como tales anteriormente, que han irrumpido con tal fuerza en los últimos años que hoy suponen la mayor preocupación aupándose a los primeros cinco problemas ciudadanos, junto a los de índole económica, con la agravante de que mientras éstos y el paro están, al menos, en recesión, los relativos a la corrupción y a los políticos siguen “in crescendo” y amenazan seriamente los pilares de la democracia, beneficiando a los enemigos de la misma.
            No es casualidad que en la actualidad se estén investigando en los tribunales más de 1.500 casos de corrupción política y financiera, más de 300 considerados como macroprocesos por su volumen y complejidad, con tramas delictivas surgidas en el seno de los partidos políticos y las instituciones que dirigen, con participación incluso de los sindicatos en algunos casos, así como de dirigentes patronales y gobernantes territoriales de distintos ámbitos. Un rayo endiablado que no cesa con más de 300 políticos imputados en los mismos. Una verdadera calamidad.
            En fin, un sombrío panorama que se convierte en tenebroso cuando los distintos organismos e instituciones, incluidos partidos y sindicatos, en vez de ponerse a disposición de la justicia para limpiar de “chorizos” el sistema, intentan marear la perdiz con prácticas dilatorias, poniendo palos en la rueda para dificultar el esclarecimiento de los hechos y distrayendo la atención ciudadana, alentando y animando debates sobre asuntos que, a todas luces, no forman parte, importante al menos, de los problemas que percibe la ciudadanía de forma mayoritaria. Valga como ejemplo el porcentaje de importancia que en el barómetro de diciembre conceden los ciudadanos a algunos problemas, que de forma teledirigida inundan las calles y ocupan la movilización social con apariencia de mayoritaria irritación ciudadana, frente a los anteriores: la inmigración, el 2´9%; los bancos, 2´4%; las pensiones, 1´9%; la subida del IVA, 1´4%; los desahucios, 1´2%; la vivienda, 0´9%; el terrorismo, 0´4%; la monarquía, 0´4%; los problemas medioambientales, 0´2%; o, la reforma laboral, 0´1%.  ¿Cuántas movidas, debates y agitaciones por estos temas? ¿Cuántos para resolver los verdaderos problemas que inquietan a la mayoría de los ciudadanos? Júzguenlo ustedes. Es el verdadero drama de la desconexión entre el pueblo y sus representantes ya que éstos, en vez de dedicar todo el tiempo y esfuerzo a resolver los problemas reales que perciben aquéllos, prefieren amplificar los que, estando muy atrás en el ranking de sus preocupaciones, son más propicios a la movilización callejera y mediática de cara a obtener un rédito electoral favorable mediante la satisfacción de sus adeptos más radicales y, a la vez, desviar la atención de los ciudadanos sobre lo que realmente les preocupa.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

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