Ya
conocemos la lista del PSOE para las elecciones europeas. Del PP ni sabemos
quién será el que la encabece. Un punto, sin duda, a favor de los socialistas.
Una candidatura, en todo caso, aprobada en el Comité Federal casi a la búlgara,
con el 98% de apoyos, que no se corresponde con el ambiente discrepante entre
la dirección del partido y quienes, no pocos, luchan por finiquitar su
hegemonía. Pero, al final, todos contentos de puertas hacia fuera. Al fin y al
cabo se trata de vender una falsa imagen de unidad ante los votantes, tal como
hará el PP en su momento. En definitiva, vender un consenso casi unánime en la
elección de los mejores candidatos, de los más capacitados para afrontar los
retos de una Europa que se juega mucho en los años venideros. Sin embargo, de
puertas adentro todo lo contrario. Baste, por no profundizar más en otros
ámbitos, lo que afecta al PSPV, con su flamante líder Ximo Puig a la cabeza
tras su éxito en las primarias abiertas que debieran servir de ejemplo de forma
generalizada.
El
propio Puig dice que “es manifiestamente mejorable el proceso que se ha llevado
a cabo” ya que se habría podido “organizar de otra manera, evitando algunas
tensiones” y se queja de que “en algún momento determinado parecía que no se
entendiera la importancia estratégica que tiene la Comunidad Valenciana”, para
concluir al final que está “muy contento de la representación valenciana” al
estar “en una posición buena”. Y todo, aparentemente, porque su previsión
inicial era colocar a Ángel Luna, veterano comodín socialista desde hace años
en el perdedor PSPV-PSOE, en una buena posición de salida en la lista, siendo
sustituido por Inmaculada Rodríguez-Piñero que ocupará el número siete. La
causa, la paridad. La consecuencia, una parida como la copa de un pino. El
requisito sexista esencial de establecer listas de cremallera chica-chico o
chico-chica, tan irracional como el de cuotas territoriales autonómicas (al
albedrío del poder de sus respectivos barones), siendo España la circunscripción
electoral, provoca la relegación de requisitos de idoneidad, como el mérito o
la capacidad, que debieran presidir los criterios de elección de candidatos. La
parida no consiste en optar por Inmaculada o Luna, sino en el argumento que
justifica la elección de una u otro, es decir, en la paridad, así como en la
territorialidad y su poderío que impide, entre otras cosas, que vayan ambos en
puesto de salida o que no vaya ninguno de los dos. Si los criterios de
conformación de listas, para ocultar verdaderos intereses de unos y otros, son
este tipo de tonterías, estupideces y sandeces, paridas en definitiva, no nos
puede sorprender después la incompetencia, incapacidad o mediocridad de
nuestros gobernantes y representantes políticos, ni la falta de liderazgo de
los mismos. Algunos, como el ex ministro José Blanco, han tenido más suerte que
Luna. En fin, misterios sin resolver.
Y
una vez concluida la compleja tarea de elaborar una lista con los mejores y más
preparados, tras la aplicación de tan concienzudos criterios de selección,
todos contentos. A vender el producto lo mejor posible. Tal como dice Elena
Valenciano, la indiscutible e indiscutida (se especula que por diferentes
motivos) cabeza de lista, sustituyendo a López Aguilar, relegado al cuarto puesto
sin más explicación, hay que conseguir que los comicios europeos sean el “punto
de inflexión” y el “principio del fin de la hegemonía de la derecha”,
agradeciendo expresamente a su segundo de a bordo, Ramón Jáuregui, su actitud
“siempre generosa en el partido” al querer, en este caso, “compartir el
liderazgo en esta aventura”, supongo que con la misma generosidad que cuando
Aguilar la lideraba, aunque nadie entienda que, siendo el colíder anterior, al
ser relegado el líder, no sea él quien lidere la lista. Más misterios sin
resolver, cuando, hasta la absurda cremallera lo podría haber resuelto; en vez
de chica-chico podría haber sido chico-chica, sin contradecir, supongo, a
Rubalcaba, quien dice que “la lista cremallera es un mensaje para darle poder a
las mujeres”. Como ven, una generosidad sin límites. Me refiero a la de López
Aguilar y a la de Jáuregui.
Entretanto,
todo este escenario idílico de generosidades en beneficio del bien común y de
Valenciano, así como de casi unanimidades en la defensa del proyecto adecuado,
se completa con la presencia de Carmen Chacón, a petición propia, en la
asamblea confederal de UGT, recibida por casi los ocho mil afiliados asistentes
con el grito de “¡presidenta!, ¡presidenta!”, tras haber asistido al Comité
Federal. No sabemos qué pensará sobre la generosa intención de Rubalcaba de dar
poder a las mujeres con las listas de cremallera, como si el poder fuera suyo y
se tratase de una graciosa concesión, ni sabemos tampoco qué pensará López
Aguilar, valedor de Chacón frente a Rubalcaba en su día, sobre la incidencia de
la lista de cremallera europea en su manifiesta devaluación personal dentro de
la misma. Por cierto, Ximo Puig también apoyó a Chacón…… Mejor lo dejamos así,
no quiero entrar en elucubraciones especulativas.
Fdo. Jorge Cremades
Sena
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