Con
todo lo que está cayendo en Andalucía y por si no fuese suficiente con los ERE
fraudulentos, con la ocupación de fincas y supermercados y con otra serie de
pintorescas, cuando no delictivas, conductas políticas impresentables, Susana
Díaz, la gran esperanza socialista, comete un primer grave error que puede
echar por tierra cualquier esperanza de la necesaria regeneración del PSOE-A
liderada por ella misma. En tres días ha echado por tierra toda la credibilidad
acumulada a pulso desde que Griñán la nombrara su heredera tras abandonar la
Presidencia de la Junta de Andalucía. Si a su trayectoria ascendente añadía,
justo hace tres días, el gesto impecable de poner orden en la Consejería de
Fomento, retirando competencias ante el presunto proceder irregular, cuando no
delictivo, de la Consejera Elena Cortés de IU por el realojo de “okupas”, acaba
de añadir un borrón morrocotudo e indigno de un gobernante solvente al anular
totalmente su propia decisión, desmintiendo así sus propios argumentos con los
que justificaba su intervención personal en la Consejería. Si hace tres días
fue digna de todo tipo de elogios por su valentía en la defensa de la total trasparencia
y legalidad en los procedimientos administrativos y en las actuaciones
gubernamentales, hoy es acreedora de todo tipo de sospechas sobre las
motivaciones que la han llevado a protagonizar semejante espectáculo.
Inmadurez, imprudencia, falsedad, cobardía, claudicación, egoísmo personal,
incompetencia…. son algunas de las sospechas que se ciernen sobre su insólita y
ridícula actuación, cualidades, todas ellas, indignas de un gobernante fiable,
solvente y creíble.
Un
gobernante fiable, solvente y creíble no puede permitirse el lujo de tomar
decisiones drásticas, de hondo calado, de forma precipitada y justificarlas
públicamente ante la ciudadanía para, tres días después, anularlas sin ningún
tipo de explicación convincente restituyendo el estatus anterior con el
argumento de “donde dije digo, digo Diego” y, menos aún si, a todas luces, la
incomprensible rectificación obedece a las enérgicas presiones públicas de los
supuestos afectados directos por las decisiones adoptadas. ¿Actuó Elena Cortés
con arreglo a la legalidad y a las normas establecidas para la concesión de
vivienda pública? ¿Discriminó a los
miles de familias que en lista de espera supuestamente tenían preferencia
temporal frente a los “okupas” realojados? ¿Favoreció Elena Cortés la reivindicación
de los okupas frente a quienes la hacen de forma legal apuntándose a las listas
de espera? Son las cuestiones que, según Susana Díaz, avalaban su decisión de
intervenir en la Consejería, pero, anulada su decisión, la respuesta más
creíble ahora es la de la mismísima Secretaria General de Vivienda de la
Consejería, Amanda Meyer, quien, tras afirmar que se sigue trabajando en el
realojo de los okupas aún no realojados, precisa que no se debe poner “ni una
sola pega al proceso” y que IU “es garantía de procedimientos impecables y de
hacer bien las cosas”. Un varapalo directo a la Presidenta de la Junta que, al
menos, debiera salir al paso de las declaraciones de Meyer, que, de ser
ciertas, la acusa por deducción de faltar a la verdad y de hacer las cosas mal.
Y, como es incomprensible dar crédito a una cuestión y a la contraria, es obvio
que alguien miente descaradamente en tan delicado asunto, al extremo de que,
llevado el asunto a semejante disparate, alguien debiera dimitir o ser cesado
en sus funciones por tamañas irresponsabilidades, sin olvidar que el mayor
responsable es quien preside la Junta.
Y,
no conforme con lo anterior, tras la autodesautorización de Susana, el
mismísimo Cayo Lara, lógicamente aprovecha la baza que Susana le ofrece, añadiendo
que así se demuestra que “la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su
porquero” y que “eso es lo que ha prevalecido” pues “han tenido que restituir
las competencias porque era justa la actuación y han tenido que dar justicia a
lo que era justo y legal”. No hay que ir a Salamanca para entender que, según
Lara, quien miente es Susana Díaz, que además actuaba injustamente. Una
descalificación en toda regla de quienes, a pesar de todo, la apoyan para que
siga gobernando, con el argumento de que, gracias a ello, las cosas no se hacen
rematadamente mal en la Junta.
La tímida defensa
que hace el PSOE de la autodesautorización de Susana, alegando que ha sido tras
imponer la legalidad en el proceso del realojo de los “okupas”, cuando se
mantiene el agravio comparativo con los integrantes del listado de espera, tal
como ella decía, queda en aguas de borrajas ante la acometida de sus socios
izquierdistas, que han encontrado un filón inesperado de desprestigio ante tan
incomprensible actuación. Filón que, a todas luces, le viene como anillo al
dedo al PP que, desde el inicio, como es lógico, ha puesto en marcha la sabia
estrategia del “divide y vencerás”, cuando, en caso de haber adelantado las
elecciones, les hubiera cogido en bragas, como vulgarmente se dice, y en total
desventaja argumental ante un nuevo PSOE que, ante el supuesto proceder
irregular de sus socios de gobierno, prefería deshacer el pacto y dejar de
gobernar para que los andaluces decidiesen el futuro. ¡Claro, siempre que IU
fuese incapaz de demostrar en campaña que era víctima de la diabólica
estrategia de la Presidenta y no reo de su arbitraria actuación, causante de la
ruptura!
Lamentablemente el
grave error de Susana Díaz la condena a ser foco de atención de todas las
críticas y todas las sombras, cuando estaba en sus manos seguir siendo foco de
atención de todas las alabanzas y todas las luces. Es el precio de tan garrafal
metedura de pata. Aunque algunos, incluso de su propio partido, quizá estén
ahora frotándose las manos.
Fdo. Jorge Cremades
Sena
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