En
vísperas de iniciarse oficialmente la campaña electoral europea una serie de
casos de corrupción, algunos novedosos y otros que traen cola, acaparan las
portadas de los periódicos y ocupan buena parte de los contenidos de los medios
de comunicación no escritos. El rifirrafe en el Congreso de los Diputados días
atrás entre las dos Sorayas, sobre sus respectivos sobresueldos, dobles sueldos
o sobres, que se convirtió en bochornoso espectáculo para no aclarar nada,
indicaba ya el derrotero de la campaña para captar el voto. La corrupción, como
arma arrojadiza electoral, es eficaz si, a falta de otros argumentos, quien la
utiliza está limpio de polvo y paja, ya que, en caso contrario, se convierte en
un bumerán que puede hacerle mucho daño. Como en España está tan extendida
entre los diversos sectores sociales, económicos, políticos, sindicales y
asociaciones de todo tipo, usar la corrupción como argumento electoral es la
peor de las decisiones. Esta corrupción generalizada, que no cesa, se debe
combatir con el Código Penal, por un lado, y con los Presupuesto Generales del
Estado, por otro. Endurecimiento de penas, agilización de procesos judiciales y
dotación de medios (técnicos, materiales y humanos) a los juzgados y a la
policía, son algunos de los asuntos prioritarios a tener en cuenta. Y, por
supuesto, educación, educación y educación en y para la honestidad. El problema
no es la corrupción, sino la casi impunidad con que los corruptos la utilizan y
el bajo precio que pagan por ello si es que les cogen y les juzgan. Poner el
ventilador en marcha, en vez de proponer y adoptar medidas para evitarlo, no es
la solución.
Si
Soraya Rodríguez, aprovechando la retahíla de casos de corrupción que afectan
al PP, quiso sacar a relucir los supuestos sobresueldos o dobles sueldos de la
vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, olvidándose de la retahíla de casos
de corrupción que afectan al PSOE y de sus propios dobles sueldos, cometió un
grave error político. Casualidad o no, desde ese aciago día, varios casos más
que afectan a los socialistas aparecen casi con pelos y señales en los medios.
Los principales, por orden cronológico: la Junta de Andalucía no exige
justificantes de 300 millones en formación; la Udef pone bajo sospecha otra
partida millonaria de formación en Andalucía; la Junta de Castilla La Mancha de
Barreda infló contratos públicos para pagar campañas del PSOE; la alcaldía de
Zaragoza de Belloch tiene un agujero contable de 362 millones; UGT cargó a la
Junta el sueldo del marido de Susana Díaz en cursos de formación; altos
sobrecostes y presunto desvío de dinero en la construcción del AVE
Madrid-Barcelona en la época de Magdalena Álvarez; la Audiencia avala la
imputación de Magdalena por parte de la jueza Alaya en el asunto de los ERE.
Casi todos estos casos amplificados con detalles, pelos y señales. Y sólo han
transcurrido siete días desde el rifirrafe. ¿Es la solución sacar ahora otra
lista de los populares que en la Comunidad Valenciana están agotando su lista
autonómica a causa de tanta sustitución por dimisiones por la corrupción? Creo
que no. El grave error de Soraya Rodríguez no se subsana con otro error mayor.
Ni
los españoles, ni el resto de ciudadanos europeos, merecen el espectáculo
bochornoso que protagonizan nuestros políticos. En la UE, estas cosas no
ocurren, y, si suceden esporádicamente, se pagan muy caras. ¡Cómo van a
entender, por ejemplo, que Magdalena Álvarez no dimita como vicepresidenta del
Banco Europeo de Inversiones, si están acostumbrados a que por un plagio de una
tesis doctoral dimita y acabe la carrera política de un ministro estrella de
Merkel! ¡Cómo, si por causas mucho menos graves que las que se imputan a
Álvarez se podría hacer un listado de políticos importantes que dimitieron en
los distintos países de la UE! Mientras en la UE y en la mayoría de países
miembros, hasta los errores se pagan caros, en España, ni las corrupciones lo
hacen. De los errores, mejor ni hablar. Nos quedaríamos sin políticos. En
España, incluso se les suele premiar con un destino dorado por los servicios
prestados. Algo insólito en Europa. ¿Esperará Magdalena a que la cesen en el
BEI mientras la UE queda estupefacta por todos estos políticos impresentables
que forman parte de los diversos casos de corrupción sin ser cesados en sus
cargos? Sería ya el colmo de la indecencia.
Entendiendo
que el PSOE pueda considerarse perdedor en el debate económico, que su bagaje
de gestión pasada en nada le ayuda, que la comparación con sus homólogos
franceses, menos aún, y que, por tanto, tiene pocas alternativas que ofrecer a
lo que tanto la izquierda como la derecha viene haciendo en Europa, sustituir
el debate económico por el de la corrupción, con la maleta llena de casos
propios, es jugar a favor del PP, que se siente tranquilo en el debate
económico (los datos le avalan) y, como se vio en el rifirrafe de las Sorayas,
no le hace ascos a moverse en el fango compartido de la corrupción si se le
incita a ello. Entretanto IU y UPyD, beneficiarios de tanta torpeza política,
frotándose las manos. ¿Carece el PSOE de mejores argumentos para afrontar la
campaña? Esa es la cuestión.
Fdo. Jorge
Cremades Sena
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