viernes, 25 de julio de 2014

RESPUESTA DE ESTADO AL PRESIDENT

                        Avanzar en la solución del problema independentista catalán no sé si avanzamos; ahora bien, en marear la perdiz y darle vueltas y vueltas al asunto, somos expertos. Por fin, tras varios meses de silencios calculados, Rajoy y Mas se entrevistarán en Moncloa el próximo 30 de julio. Según la Generalitat, hablarán de todo, pero, obviamente, del prioritario asunto de la consulta ilegal. Es decir, de lo que menos hay que hablar, pues ya sabemos la respuesta nacional e internacional, que, obviamente es, que la consulta no se celebrará ni puede celebrarse, pues supondría un atentado a la soberanía nacional que reside en todos los españoles. En todo caso, Rajoy, tras modificar Moncloa su agenda para dar prioridad a Sánchez, como debe ser al tratarse del líder de la oposición, hablará con él dos días antes de su reunión con Mas para intentar pactar con el PSOE una “respuesta de Estado” al President catalán. Así debe ser entre los dos partidos que han protagonizado la gobernabilidad en España durante casi todo el periodo democrático. Obviamente Rajoy también se verá antes con el Rey, a quien, por cierto, en su visita a Francia, Hollande le ha planteado la “superación de la crisis económica” como antídoto frente al independentismo.
            Así las cosas, una “respuesta de Estado” ante un verdadero problema de Estado, excede los legítimos intereses del Gobierno, del partido que lo sostiene y de los partidos de la oposición que quieran situarse simplemente en la responsabilidad democrática. Un problema de Estado va mucho más allá que cualquier otro problema al afectar al conjunto de todos los españoles al margen de ideologías, credos u objetivos de ámbitos sectoriales, ya sean económicos, políticos, territoriales o de cualquier otro tipo. Y, ante un problema de Estado, como el que nos ocupa, la solución pasa, en primer lugar, por un escrupuloso y estricto respeto a la legalidad vigente, sin que ello impida, en todo caso, la búsqueda de compromisos futuros que, además del gobierno de turno, siempre dependerían del Legislativo, es decir, de la representación y expresión de la soberanía nacional que, en definitiva, es quien tendría la última palabra para aceptarlos, enmendarlos o rechazarlos. Por tanto, ni Rajoy puede ni debe ir más allá, ni Mas puede ni debe quedarse donde está, pues su obligación como representante del Estado Español en Cataluña, que es lo que es, le obliga a cumplir estrictamente la legalidad vigente, que, por cierto, demandada al Tribunal Constitucional, por si alguien tenía alguna duda, dice que la consulta que pretende Mas es ilegal. Por tanto, cualquier respuesta de Estado, pactada o no con el PSOE o con quien sea, pasa inevitablemente porque Artur Mas desista de la anunciada consulta o referéndum. Lo contrario no sería una “respuesta de Estado” sino una respuesta contra el Estado en toda regla. Toca pues que cada cual asuma en toda su dimensión sus respectivas responsabilidades, pero justo las que el pueblo español les ha dado o, en caso contrario, que renuncie a ellas dimitiendo del cargo que ostenta, para evitar que sea la propia ley quien se las retire.
Si de verdad se trata de encauzar el futuro de Cataluña por los derroteros de la legalidad democrática, bienvenida sea la entrevista de Rajoy con Sánchez, con Mas y con quien haga falta, pero si se trata de buscar una salida digna para el President Catalán del berenjenal en que libremente se ha metido sobra cualquier entrevista, cualquier componenda o cualquier chapuza. Los españoles, incluidos los catalanes, no merecerían tanta ignominia. El asunto ha llegado a tal extremo que a estas alturas requiere que cada palo aguante su vela. Con mantenimiento o no del actual Estado de las Autonomías, con modificaciones para mejorarlo, con previsiones de cambiarlo por un Estado Federal (habría que ver de qué tipo, cómo y cuándo) o con cualquier otro objetivo de modelo de estado de cara al futuro, pactado o no ahora, el presente requiere que Artur Mas anuncie, como dice Rajoy, que la consulta ilegal prevista para noviembre no se hará. Que, por ser ilegal, no se convocará desde ninguna institución del Estado. Pero, desgraciadamente, Mas no lo hará; le supondría suicidarse políticamente, si es que ya no lo ha hecho, al ponerse al servicio de los sectores independentistas de la derecha dentro de CiU y echarse en los brazos de los independentistas de izquierdas agrupados en ERC, ANC, CUP y compañía, en vez de asumir su papel como President de la Generalitat, es decir, de todos los catalanes, garantizándoles, como españoles que son, el futuro del Estado de Derecho del que Cataluña forma parte. Esta es la tragedia personal de Mas, su callejón sin salida. Su muerte política. Los demás, a quienes ha servido como tonto útil, ni siquiera le avalarían un último gesto de honestidad democrática en caso de que se decidiera a entonar el mea culpa, rectificando su errada y antidemocrática conducta. Él es el único responsable, él y su partido que se lo ha permitido. Él es el President. Los demás pueden seguir, con él o sin él, con su pantomima. Ellos no gobiernan. Es la sustancial diferencia entre unos y otros.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

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