Tras
la tensa reunión con sus socios soberanistas, que acaba como el rosario de la
aurora al admitir el president por primera vez que no podrá organizar una
votación sobre la soberanía de Cataluña ante la falta de garantías legales y
constitucionales (¡cómo si lo acabara de descubrir!), un patético y
esperpéntico Artur Mas ha comparecido en rueda de prensa para explicar lo
inexplicable. Ante una lógica expectación mediática por el ya conocido giro
copernicano inevitable dado en la reunión, Artur Mas, genio y figura hasta la
sepultura (política, obviamente), en vez de exhibir un mínimo rasgo de honradez
política ante la opinión pública, admitiendo su error y, a mi juicio,
anunciando su dimisión irrevocable por haber conducido al abismo a los
catalanes y al resto de españoles, aunque asume (no le queda más remedio) que
no se puede celebrar su ilegal consulta del 9-N, se empeña sin embargo de forma
absurda, como toda su acción política gubernamental, en sustituirla por una
especie de esperpéntica y patética ficción, que ni sus socios aprueban a estas
alturas. “Tras la reunión de ayer, seguimos adelante”, es su carta de presentación,
pues “El Govern está decidido a ir adelante, a hacer la consulta y que sea el
9-N” y, dejando perplejo al auditorio, afirma rotundo que ese día “habrá puntos
de votación, urnas y papeletas”, aunque matizando que “la consulta no se podrá
celebrar según el decreto firmado por la suspensión del TC”. En definitiva, ni
sí, ni no, sino todo lo contrario. Un nuevo paripé indecente consistente en
movilizar “más de 20.000 voluntarios”, contando “con el apoyo de los más de 900
ayuntamientos” por el que “se podrá contestar la pregunta pactada y acordada”,
lo que, según él, supone seguir adelante, pese a quienes digan que tienen
“noticias excelentes” (en clara alusión a Rajoy, que así se manifestó tras el
desenlace de la reunión de ayer), no faltándole razón en esto último ya que
nada puede ser excelente con Artur Mas como gobernante; a la vista está que
todo es patético y esperpéntico. Y se queda tan pancho.
Para
mayor desvergüenza, su manifiesta soledad al haber engañado a sus socios (ERC,
ICV y CUP) y a sus compañeros de CiU, diciéndoles que iría hasta el final en su
ilegal proceso soberanista, no le impide intentar venderles de nuevo la burra,
así como a todos los catalanes, de que su “determinación para celebrar la
consulta sigue siendo firme” y que el eslabón más débil ahora es la unidad de
los partidos que “se encuentra desencajada, pero no rota” siendo ahora “misión
de los partidos que no se rompa del todo”. Y con una jeta impresionante asegura
que “la consulta definitiva, con plenas y total garantías, sólo se puede hacer
a través de elecciones que los partidos, no el Govern, transformen en un
referéndum de facto”, para continuar con los falsos tópicos de siempre, que ya
nadie cree, de que “el adversario real no está en Cataluña” pues “el adversario
real y poderoso es el Estado español”, concluyendo que “la consulta del 9-N es
la anticipada de la definitiva”. Y no se le cae la cara de vergüenza. Como era
de esperar la reacción de sus socios en la aventura ha sido de frustración y de
rabia, al extremo de que algunos, como IU, le instan a que deje “de jugar como
trilero” vendiendo ahora este paripé para “salvar su cara política”. En cuanto
a los partidos opuestos a su loca estrategia, imagínenselo ustedes.
El
patético y esperpéntico Artur Mas se hunde cada vez más y, disconforme con
batir el record de hundir gratuitamente su mayoritaria formación política de
forma vertiginosa, propiciando el ascenso de su minoritario contrincante
ideológico, busca una salida política personal absurda de forma desesperada ahondando
en los mismos argumentos que le han llevado a la ruina política, en vez de
rectificarlos. Sigue sin entender que su adversario no es el Estado Español,
sino el Estado de Derecho, del que Cataluña, por voluntad propia forma parte y
disfruta de todas las libertades y derechos que éste garantiza; sigue sin
entender que, como gobernante de una parte del mismo, le está vedado atentar
contra él, convirtiéndose en su enemigo, que no al revés, en caso de hacerlo
tal como queda demostrado; sigue sin entender que en su juego ambiguo como
gobernante favorece precisamente a quienes sin reparo alguno son sus verdaderos
enemigos, no ya por ser contrincantes ideológicos, sino porque su proyecto
totalitario atenta directamente a lo que él como gobernante democrático representa;
y sigue sin entender que los gobernantes democráticos, por mucha mayoría que
les respalde, que además no es su caso, carecen de poder absoluto, tal como ha
quedado demostrado con su ilegal proceso. Obviamente siempre cabe la
posibilidad de un golpe de Estado, pero, incluso para ello, si fuera posible,
tal como está el patio, su situación política sería patética y esperpéntica.
Otros, dispuestos a proclamar unilateralmente la independencia lo situarían
“ipso facto” en su justo lugar. Y, ya ven, si su renuncia obligada del 9-N nos
hacía pensar en la recuperación de su cordura, su mascarada alternativa, que ni
a tirios ni a troyanos satisface, reafirma el grado de su demencia.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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