La
defenestración de Tomás Gómez y toda la cúpula dirigente del PSM por parte de
Pedro Sánchez genera demasiadas incógnitas e incertidumbres que dan pie a
infinitas especulaciones, todas ellas indeseables en un año electoral, convulso
políticamente, en el que se pone en juego nada menos que la gobernabilidad de
los ayuntamientos, de las CCAA y del Estado. Y justo cuando más se necesita un
PSOE fuerte, sólido y unido como eficaz alternativa de gobierno, las ya
tradicionales luchas internas entre las distintas familias socialistas echan
por tierra, una vez más, toda esperanza, dando la sensación de que están más
pendientes de obtener su miserable cuota de poder interno que de ofrecer a la
sociedad un proyecto sólido, unificado y solvente que genere esperanza de
futuro a millones de ciudadanos tras demasiados años de desilusión y desesperanza.
Quienes, tras los años oscuros del zapaterismo con sus estúpidos espectáculos y
ocurrencias, vimos una sólida esperanza en el nuevo PSOE de Pedro Sánchez,
aupado democráticamente como Secretario General en unas primarias, es decir,
por todos los militantes y no a través de contubernios directos impresentables,
ya advertíamos (Ver “Pedro Sánchez, la esperanza” publicado el 15-7-14 en Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/), que la consolidación de su liderazgo no
sería “ningún camino de rosas” a pesar de su supuesta “mayor autoridad” por el
voto militante directo. Lamentablemente, no erramos. Siete meses después ya no
cabe ninguna duda y, tras la rumorología, su decisión, drástica en efecto, de
liquidar políticamente a Tomás Gómez, tarde y mal (no tanto en el fondo, sino
en la forma y el momento), así lo corrobora. Ya no sólo cabe el rumor de una
división interna del PSOE; ahora es un hecho lamentable. Pero reconocerlo
simplemente es menos dañino que el resto de explicaciones dado, pues Pedro
Sánchez tiene todo el derecho a ejercer el liderazgo que la militancia le
otorgó y nadie tiene derecho a ponerle piedras en el camino. Y punto.
Sin
embargo esta decisión, este puñetazo en la mesa, que debiera haber dado desde
el principio de su mandato, se hace tarde y mal. Y se justifica peor. Mantener,
como hizo Luena al principio, que obedece a que Gómez ha provocado “un
deterioro grave” a la imagen del partido (¿por la “Operación Púnica”?, ¿por el
caso del tranvía de Parla? ¿…?), siendo incompatible con el loable objetivo de
trasparencia de Sánchez, obligaría, para ser creíble, entrar a saco en el PSA,
donde hay asuntos mucho más graves para dar y vender. Mantener, como hizo
Simancas después, que obedece a que “Gómez nos llevaba a una derrota inmensa”,
lo que, siendo cierto, se sabía desde hace tiempo, supondría, en todo caso,
hacer lo propio con dirigentes de algunas otras federaciones que no salen mejor
parados en las encuestas que el madrileño. Por tanto, ambas explicaciones son,
como mínimo ambiguas, incompletas e incoherentes… ¿Por qué Gómez y no Díaz si
se trata de la primera?, ¿Por qué no Iceta, por ejemplo, si se trata de la
segunda?, ¿Por qué no Chávez, Griñán, Viera, Zarrías o Mar Moreno? Y
especialmente, ¿por qué ahora y no cuando se celebraron primarias para elegir a
Gómez como candidato a la Comunidad de Madrid o nombrarlo miembro de la
Ejecutiva Federal? Demasiadas incógnitas sin respuestas convincentes, salvo que
Sánchez sepa que Gómez va a ser imputado judicialmente y tema que se convierta
en una bomba de relojería en plena campaña electoral; pero entonces, ¿para qué
ese alegato público de todos, liderado por Carmona, poniendo las dos manos en
el fuego por la honestidad y honorabilidad de Gómez? En fin, demasiadas
incongruencias que sólo son explicables como cortinas de humo de una sórdida
lucha interna por el liderazgo del PSOE… como sucede desde 1996.
En
todo caso, aunque a mi juicio un pelín tarde, bienvenido sea el golpe de
autoridad de Pedro Sánchez, siempre que no le tiemble el pulso frente a rivales
internos más poderosos y mantenga la misma vara de medir. Ocasiones no le va a
faltar sin lugar a dudas. Si en su día ya le tumbaron las primarias que él
defendía para diciembre, no puede ni debe permitirse el lujo de que le sigan
marcando la agenda según intereses estratégicos particulares. Al final, lleva
toda la razón Susana Díaz cuando, mientras los ejecutivos andaluces se
ausentaron de la permanente que expulsó a Gómez, dice, como respuesta a la
decisión de Sánchez, que “el secreto del PSOE de Andalucía es la unidad”,
aunque lo que debiera explicar es por qué dicha unidad no se da en el PSOE y
quiénes son los responsables de ello. Ya de paso, podría explicarle a Sánchez
qué métodos utiliza ella en Andalucía para mantener el partido como una balsa de
aceite con todo lo que ha caído y está cayendo; qué exige a sus líderes
provinciales andaluces para mantener la unidad, como ejemplo de lo que Sánchez
debiera exigir a los líderes regionales del partido como ella por ejemplo…
Al
final, la guerra está servida a pocos meses de unas elecciones locales y
autonómicas. La primera batalla “primarias sí” o “primarias no” para sustituir
a Gómez como candidato. Algunos, como Chacón, ya han apostado públicamente por
lo primero; otros mantienen un prudente silencio, no vaya a ser que apuesten
por el perdedor de la guerra y se queden fuera de juego. Sánchez tiene la
última palabra, sólo de él depende el ser o no ser del liderazgo socialista que
tanto añoran millones de ciudadanos.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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