lunes, 9 de marzo de 2015

ANDALUCÍA, EN CAMPAÑA ELECTORAL

                        Por decisión personal de Susana Díaz, que había heredado un sólido gobierno pactado con IU, tras la dimisión de Griñán en agosto de 2013, quince meses después del inicio de legislatura, Andalucía está inmersa en una campaña electoral anticipada cuando la legislatura andaluza, en circunstancias normales, debiera haber durado hasta la primavera de 2016. Para unos, un adelanto electoral innecesario que obedece más bien a intereses estratégicos personales en clave interna de la propia Presidenta de Andalucía, en su supuesta lucha por el liderazgo del PSOE con Pedro Sánchez, que a los intereses generales de los andaluces; para otros, un adelanto inteligente ante el peligro de que el arrollador avance de Podemos menoscabe aún más el deterioro de un PSOE tras las elecciones locales, autonómicas y generales (en caso de malos resultados electorales), lo que repercutiría negativamente en un PSOE-A, bajo la espada de Damocles de lo que depare el avance de la investigación de los conocidos casos de corrupción vinculados a la Junta de Andalucía… En ningún caso pues una necesidad por cuestiones de ingobernabilidad, aunque obviamente IU, ante un año tan electoral como éste, se permitiera algún que otro gesto público de crítica para dar la imagen de diferenciarse de su socio mayoritario en la Junta, que en ningún caso hubiera supuesto la ruptura del pacto gubernamental. Por tanto, sólo los resultados de estas elecciones andaluzas darán o no la razón a la decisión de Susana Díaz, al margen de las razones por las que las adelantó innecesariamente en términos de política general. Y, de momento, las encuestas configuran un panorama político en Andalucía que genera demasiadas incertidumbres en términos de estabilidad gubernamental, lo que puede suponer que el remedio es peor que la enfermedad, sobre todo, cuando ésta, en todo caso, era leve.
            En efecto, si el resultado de las elecciones de marzo de 2012 (PP, 40´6% de votos y 50 escaños; PSOE, 39´5% y 47; e IU, 11´3% y 12) permitieron un sólido pacto de gobierno PSOE-IU, que superaba ampliamente los 55 escaños que se requieren para la mayoría absoluta, la última encuesta de NCReport (PSOE, 33´1% y 44-46 escaños; PP, 28´2% y 34-36; Podemos, 14´3% y 14-16; Ciudadanos, 10´1% y 8-10; e IU, 7´2% y 5-7) diseña un panorama de ingobernabilidad preocupante, obligando a Susana Díaz, como ganadora, a un acuerdo  con Podemos o con PP, lo que, a todas luces, supone que, en el mejor de los caso, para este viaje no se necesitaban alforjas. Una encuesta de SigmaDos en el mes pasado (PSOE, 34´7% y 43-45; PP, 30´2% y 39-42; Podemos, 15´6% y 17-19; e IU, 8´2% y 5-7), tras la convocatoria de elecciones anunciada por Díaz en enero, comparada con la de NCReport, confirmaría una leve tendencia a la baja de PSOE, PP, Podemos e IU, y un importante ascenso de Ciudadanos que del 3´4% pasaría a ese 10´1% consiguiendo casi 10 escaños, con lo que si sigue dicha tendencia durante la campaña electoral les colocaría en posición privilegiada para una posterior gobernabilidad.
            Para que cada cual saque sus propias conclusiones, basta añadir que en febrero de 2014, antes de que Podemos y CiU irrumpieran como partidos políticos de ámbito nacional, según el Estudio General de Opinión Pública de Andalucía, que con toda seguridad tendría en cuenta Susana Díaz para adelantar elecciones, el PSOE ganaría las andaluzas con el 36´7% de votos, seguido de PP con el 31´1%, IU con el 15´5% y UPyD con el 7´4%. Ya ven, las cosas han cambiado pues de forma sustancial en sólo un año, obviamente a peor en términos de gobernabilidad.
            Si la campaña electoral en Andalucía sirve para aclarar de alguna forma este esbozo de ingobernabilidad manifiesta, cuando hasta 2016 era gobernable, bienvenida sea la decisión de Susana Díaz. En caso contrario sería lamentable. Susana Díaz en Andalucía, al igual que Artur Mas en Cataluña, tenía la posibilidad de convocar elecciones después de la vertiginosa experiencia electoral que se avecina, pero ha preferido ser pionera en estos tiempos convulsos de cambio. Ya aconsejaba Ignacio de Loyola que “en tiempo de tribulación no hacer mudanzas” y Susana no ha hecho caso del tradicional consejo. Si las cosas van bien ¿a qué cambiarlas? Ya lo hizo Artur Mas en Cataluña y, aunque ahora lo repite, le fue fatal, no sólo a él y a su partido, sino al pueblo catalán. Esperemos que, por el bien de Andalucía, no repercuta el experimento de forma negativa en el pueblo andaluz, pues convertirse en crisol de ensayos electorales inciertos, pudiendo ser recipiente sólido de experiencias contrastadas, a primera vista, no parece ser un buen negocio. Ya decía Alfonso Guerra que los experimentos con gaseosa. Los andaluces tienen la última palabra y los partidos políticos pocos días para convencerles de que lo peor es optar por la ingobernabilidad.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

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