Es
típico y tópico que, tras unas elecciones, la mayoría de los partidos buscan
algún dato positivo que resalte su éxito o mitigue su fracaso, pues, como es
obvio, a nadie le gusta perder ni desencantar a sus hipotéticos electores de
cara al futuro. Por ello, en los comicios que acaban de celebrarse, los líderes
de los distintos partidos, incluso de los que, según los resultados, estarían
en vías de extinción, como puede ser IU y UPyD, hacen una lectura optimista de
cara al futuro, por más que sus rostros digan todo lo contrario. Sin embargo,
una de las consecuencias tras los comicios es la casi desaparición de IU y la
extinción de UPyD, cuyos votantes, al parecer, se han decantado por Podemos y
Ciudadanos, quienes, como fuerzas emergentes, irrumpen en los Ayuntamientos y
en las CCAA de forma fresca y descarada, al extremo de que de ellos dependerá
la gobernabilidad de muchísimos municipios y varias autonomías, erigiéndose,
porque así lo han querido los españoles, en árbitros indiscutibles del futuro
político inmediato en las instituciones más cercanas a la ciudadanía para
resolver sus problemas cotidianos. Quedan, además de los nacionalistas (CiU,
PNV y compañía), los partidos clásicos mayoritarios, PP y PSOE, protagonistas
de un bipartidismo, que, aun quedando tocado, no desaparece ya que entre ambos
acaparan el 52% de los votos (27% y 25% respectivamente) dejando el 48%
restante para el resto de formaciones políticas (Podemos, C´s, CiU, PNV, Bildu,
ERC, Compromís, CUP, BNG, PAR, UPN….etc etc), encabezados por Ciudadanos, que
queda a gran distancia de ellos con un 6´5% de los votos, como la tercera
fuerza nacional, con permiso de Podemos y sus múltiples caretas con las que ha
comparecido en las diferentes circunscripciones. Por tanto, la primera
conclusión es la victoria del PP, que sigue siendo la fuerza más votada en
España, aunque sea una victoria amarga sin lugar a dudas.
Una
amarga victoria del PP (primera fuerza en nueve de las trece CCAA: Aragón,
Baleares, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Madrid, Murcia, La
Rioja y Comunidad Valenciana), pero que, al no obtener la mayoría absoluta en
ninguna de ellas (pierde unos 2´5 millones de votos y 10´5 puntos respecto a
2011), sólo podría conformar mayoría suficiente, si pacta con Ciudadanos, en
cuatro de ellas (Castilla y León, Madrid, Murcia y Rioja), sucediéndole igual
en una serie de grandes ciudades y capitales de provincias, comenzando por
Madrid. Y un gran retroceso del PSOE (pierde 750.000 votos respecto a 2011),
especialmente en las grandes ciudades, pero que, ganando sólo en dos CCAA
(Asturias y Extremadura), podría gobernar en algunas más si llega a acuerdos
con Podemos, siendo la segunda fuerza política. Así pues, como segunda
conclusión, todo dependerá de la estrategia de pactos que sean capaces de
hilvanar los partidos, que pueden amargar más aún la victoria del PP o
aliviarle un pelín el amargor. Y Colau, como genuina representante de las
diversas caras de Podemos ya ha dicho que está dispuesta a pactar con quien sea
menos con PP, CiU y Ciudadanos, es decir, la derecha, por más que su “jefe”
Pablo Iglesias diga que Podemos ni es de izquierdas ni de derechas sino todo lo
contrario.
Una
amarga victoria del PP que, ganando en la ciudad de Madrid, se quedaría sin gobernar
el Ayuntamiento por los pelos, salvo que la marca Podemos (Ahora Madrid)
liderada por Carmena no se viera apoyada por un PSOE que queda como tercera
fuerza política, tras el rotundo fracaso de su candidato Carmona. Y una
tragedia para CiU que pierde en Barcelona frente a la marca Podemos (Barcelona
en Comú), liderada por la activista antisistema, antidesahucios y proescraches
Colau, relegando al PSC a la quinta posición y al PP a la sexta, lo que supone,
de momento, un verdadero revés para el independentismo de Mas y Junqueras (algo
positivo habría de tener). Y así sucesivamente en otras grandes ciudades,
tradicionales feudos populares como, por ejemplo, Valencia. Como tercera
conclusión, un verdadero juego de bolillos para conformar el gobierno de
múltiples ciudades que pronto harán ver a los ciudadanos las ventajas o
inconvenientes de su decisión en las urnas.
Una
amarga victoria del PP que, durmiéndose en los laureles, pensaba que,
simplemente exhibiendo los indiscutibles éxitos en el terreno económico desde
que Rajoy accediera al gobierno de España, las elecciones, al igual que las
próximas generales, eran un mero trámite, olvidando que hacer política es mucho
más que gestionar bien los recursos, pues la estrategia del “laissez faire,
laissez passer”, aplicada a la economía, requiere, al menos, cumplir los
compromisos adquiridos con los electores durante la campaña electoral que te
catapultó al poder y, en caso contrario, explicar hasta la saciedad las causas
por las que no se cumplieron, especialmente, aquellas que no requerían cambios
sustanciosos en el presupuesto. Un serio aviso a navegantes de cara al futuro.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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