sábado, 15 de agosto de 2015

A MÁS PODER, MÁS IMPOTENCIA



                        Se confunde Ada Colau cuando afirma “aparentemente tengo más poder que nunca y en cierto sentido me siento más impotente” ya que, no aparentemente sino realmente, tiene más poder que nunca como alcaldesa de Barcelona y, por tanto, más capacidad o potencia para resolver asuntos de su competencia. Cuestión distinta es que se sienta frustrada al constatar que en democracia el poder no es absoluto ni arbitrario y, por tanto, no puede hacer lo que le venga en gana. Así pues, salvo que la alcaldesa esté pensando en otro modelo de gobierno y sólo exprese un lamento, su confusión original es equiparar impotencia con responsabilidad, lo que supone un verdadero avance desde su irresponsable trayectoria anterior como licenciada en escraches, movidas callejeras, insultos y todo tipo de improperios a quienes, como ella ahora, tenían la responsabilidad de gobernar. No se trata pues de a más poder, más impotencia, sino de a más poder, más responsabilidad, lo que, aunque prefiera decir (y ella sabrá por qué) que se siente más impotente en vez de más responsable, ella misma reconoce cuando justifica su imposibilidad de resolver y ayudar a los casos individuales, alegando que estaría ejerciendo “clientelismo o tráfico de influencias”. ¿Y no es lo que les sucedía a quienes ella exigía demagógicamente solucionar inmediatamente todos los problemas individuales y colectivos de todos y cada uno de los ciudadanos? Salvo que añadamos que aquellos lo hacían desde su maliciosa condición genético-política al ser la “casta” y ella lo hace desde su bondadosa condición al ser el “pueblo”, no hay diferencia en el resultado. Ya ven, tan sutiles diferencias hacen que las apariencias engañen, pero, en todo caso, bienvenida sea Ada Colau, aunque lo haga a regañadientes, al realismo político desde su anterior populismo demagógico. Para algunos, siempre quedará el contraste entre su profundo dolor y el inmenso placer de sus antecesores por no poder resolver, como ella cuenta, la miserable pensión de la anciana que le lloró en la calle o conceder un empleo para el padre en paro del colegio de su hijo, dispuesto a trabajar en lo que sea, o para el marido de su amiga, camionero, que le pidió colocarle conduciendo un camión de basura. En fin, todo sigue igual, sólo es cuestión de sentimientos buenos o malos de unos u otros.
            Precisamente, como el resto de sus colegas ideológicos en otros municipios, Ada Colau se siente mucho menos impotente a la hora de colocar a su pareja a través del partido para asesorarla o a la hora de contratar a dedo a la pareja de su “número dos” sin pasar un proceso de selección, provocando que el PP la critique por “enchufismo” y Ciutadans por “nepotismo descarado”, una de las lacras que Ada Colau prometió erradicar tras abandonar el activismo e iniciar su carrera política. No obstante, en su descarga, hay que decir que dichas prácticas nepotistas forman parte, por lo visto, de la mayoría de los gobiernos municipales populistas, destacando especialmente Carmena en Madrid con el fichaje del marido de su sobrina o Kichi en Cádiz con el fichaje como asesores de cuatro miembros de su partido. Un aterrizaje en la política de la “casta” por parejas, familias, amiguetes o compañeros de partido que, como las apariencias engañan, nada tiene que ver con los casos de perverso enchufismo de los partidos tradicionales, pues seguramente obedece al objetivo político de defender a las familias y nada mejor que comenzar con las propias ya que hay que predicar con el ejemplo. De los esencialmente buenos no se puede esperar mácula alguna pues todas quedan reservadas para los malos.
            Es lógico pues que el diputado autonómico de Podemos en Baleares, Carlos Saura, critique con dureza algunos nombramientos del Govern balear (Més-PSIB-PSOE), del que no forma parte Podemos aunque lo apoya externamente, ya que, según él, “estamos dando la imagen de que los partidos son agencias de colocación”. Claro, así lo parece con el nombramiento como asesor de la Consellería de Salud de un joven de 20 años sin estudios superiores ni experiencia, con el del hijo del Vicepresidente primero del Parlament en la Consellería de Trabajo o la designación de la pareja de la Consellera de Salud como director gerente del Servicio de Salut, departamentos a cargo de los socialistas. Ya ven que la diferencia con lo que pasa en Madrid, Barcelona o Cádiz es sustancial: en Baleares son los perversos socialistas y no los bondadosos populistas quienes incurren en similar aberración. Por eso, Saura nada dice de Colau, Carmena o Kichi pues en Barcelona, Madrid o Cádiz, respectivamente, su partido, volcado en favorecer la política familiar y el bienestar de las familias, jamás puede parecer “agencias de colocación”, estigma exclusivo y reservado a los tradicionales y perversos partidos políticos de la “casta”. Por tanto, ¿las apariencias engañan o engañan ellos?  Esa es la cuestión
                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

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