Es
tal el empeño de los líderes políticos en promover un irresponsable irrealismo
demagógico para distorsionar una realidad indiscutible, que, para no estar en
la inopia, conviene repasar con hechos concretos, sin interpretaciones
subjetivas, tanto el resultado electoral del 20-D como el proceso posterior
hasta llegar a la fracasada investidura de Sánchez que nos deja en el punto de
partida, pero en una realidad virtual, dibujada conscientemente por nuestros
principales candidatos a la Presidencia del Gobierno, que nada tiene que ver ya
con la realidad inicial surgida de las urnas. Si queremos tener cierta garantía
de decidir con conocimiento de causa, en caso de nuevas elecciones, debemos
situarnos en el 21-D, pues, desde entonces, han sido tantas las verdades a
medias y las mentiras, las interpretaciones sesgadas de los resultados y las
especulaciones sobre combinaciones para la gobernabilidad, las
descalificaciones personales y los vetos, las incoherencias argumentales y los
juicios de intenciones, los insultos y las salidas de tono, que, a poco que nos
descuidemos, ni siquiera sabremos quién ganó las elecciones, quién debiera
gobernar, quién actúa honestamente, qué mandato concreto dio el pueblo en las
urnas…. y tantas otras cuestiones básicas que, de no tenerse en cuenta de cara
a nuevas elecciones nos abocarían de nuevo a este callejón sin salida en el que
nuestros honorables políticos nos han metido, interpretando a su antojo de
forma interesada lo que cada español pedía en el momento de emitir su voto,
cuando lo cierto es que cada voto opta por que gobierne la opción elegida,
sobre todo si en campaña no se les dijo el caprichoso destino postelectoral que
le daría su líder en caso de no obtener la mayoría suficiente. De entrada, habrá
que entender que, si quien gana unas elecciones es el partido más votado, es
indiscutible que las ganó el PP con 123 escaños y que, en principio, debiera
ser quien gobernara. Pero el irrealismo imperante ha camuflado dicha realidad
de tal forma que parece que las ganó el PSOE con 90 escaños, pues Sánchez
exhibe 130 diputados, añadiendo a los suyos los 40 de Ciudadanos que, por arte
de magia, que no por decisión de los votantes, le ha regalado de forma
incomprensible Rivera.
Los
resultados electorales, son los que son: PP y PSOE, los más votados, aunque con
diferencia considerable en votos y escaños, seguidos por Podemos y Ciudadanos;
ninguno de ellos con mayoría suficiente, ni de dos en dos (salvo acuerdo
PP-PSOE) para poder gobernar; PP y PSOE, preñados de casos de corrupción que se
dilucidan en los tribunales; además de estos cuatro partidos y a distancia
abismal, una devaluada IU y un variopinto conjunto de partidos radicales,
nacionalistas o independentistas antidemocráticos de ámbito territorial. Es la
tozuda realidad política en un país cuyo principal problema existencial es la
amenaza de ruptura territorial del Estado, seguido del paro y de la salida
definitiva de la crisis económica en sintonía con los postulados de la UE a la
que pertenece. Prioridades indiscutibles, pues sin ellas todo lo demás queda
como agua de borrajas. Pero seguimos sin gobierno, mientras unos y otros se
acusan de ser los culpables. Entre todos la mataron y ella sólo se murió.
Lo cierto es que Rajoy,
candidato más votado, convoca sin excepción al resto de candidatos y propone un
gobierno de gran coalición para afrontar los retos que España tiene planteados.
Sánchez se niega incluso a hablar y veta a Rajoy y al PP, principal razón, la
corrupción; Iglesias le dice no y Rivera ve razonable que gobierne y le ofrece
su abstención en la supuesta investidura. Pero, ante el veto de Sánchez, Rajoy plantea
al Rey que no tiene apoyos suficientes para ser investido y el Rey pasa el
testigo a Sánchez, quien, como Rajoy, no cuenta con mayoría y, a la desesperada,
negocia con Iglesias y Rivera un acuerdo imposible ya que éstos se declaran
incompatibles y se vetan entre sí. Finalmente Sánchez se decanta por Rivera,
pacta un acuerdo y con 130 votos se presenta a la investidura, que fracasa en
primera y segunda votación, pero el pacto PSOE-Ciudadanos se mantiene y ahora
quieren negociar como si fuera un sólo partido con 130 escaños. Rajoy ahora
retoma la iniciativa y les convoca sin vetos, vengan juntos o separados,
mientras Iglesias veta que comparezcan juntos…. Es la realidad, grosso modo,
del proceso y que, cada quien juzgue la actuación de cada uno de los
protagonistas. Valga como ejemplo el último juicio de Iglesias en televisión
que al preguntarle qué haría si ahora le propusiera el Rey la investidura,
contesta que le diría que no cuenta con mayoría suficiente; sin embargo, al
recordarle que es lo que hizo Rajoy, contesta que en absoluto ya que Rajoy ganó
las elecciones y él no. En esta realidad virtual Rajoy sería un cobarde por no
afrontar una fracasada investidura, Sánchez un valiente por hacer lo contrario
e Iglesias un honesto por decirle al Rey la verdad. Y así el resto de
argumentos.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
D.N.I.
25.891.970-L
Maestro
jubilado.
Diputado
en Cortes Generales por Alicante (1982-1996).
Alicante,
marzo de 2016
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