lunes, 14 de marzo de 2016

LA CORRUPCIÓN COMO PRETEXTO



                        Cuando la corrupción (fenómeno tan frecuente como repugnante que aparece en nuestro deplorable panorama político español) se usa como pretexto para demonizar a una determinada formación política o desacreditar a sus líderes para obtener ventaja electoral propia o para justificar determinados planteamientos políticos difícilmente explicables se corre el riesgo de quedar, antes o después, con el culo al aire, salvo que tu propia casa esté limpia de polvo y paja o que, llegado el caso, estés dispuesto a defenestrar sin piedad y de forma contundente cualquier atisbo de suciedad que aparezca, caiga quien caiga y perjudique a quien perjudique, incluso si tú mismo eres el perjudicado. En caso contrario cualquier propuesta regeneracionista, tendente a erradicar la corrupción, genera más asqueo y desconfianza en lo que debiera ser la noble tarea política, convirtiéndola en un juego sucio de intereses particulares que aumentan el descrédito de los partidos políticos, prostituyen las ideologías a meras etiquetas vacías de contenidos y, en definitiva, deterioran la democracia a niveles de degradación alarmante que ponen en riesgo la gobernabilidad social y la convivencia en paz y libertad. Es lo que sucede en España, donde el bipartidismo clásico, hoy amenazado por partidos emergentes de nuevo cuño, tiene la costumbre de usar la corrupción del contrario como pretexto para desacreditarlo y relevarlo en el gobierno, sin reparar en la corrupción propia, al extremo de olvidarse del noble objetivo común de erradicar toda la corrupción por consenso, prefiriendo sustituirlo por la ruin estrategia de mantener cada uno la suya propia y excusarla con el intolerable e indecente “y tú más”. La consecuencia lógica: el desprestigio político de los partidos clásicos, PP y PSOE (así como el de otros partidos nacionalistas), protagonistas indiscutibles de la gobernabilidad de esta España democrática, y la proliferación de opciones políticas nuevas, nacidas del descontento generalizado, que llevan como bandera, entre otras propuestas regeneracionistas, la lucha anticorrupción inmisericorde.
            Pero, dicho lo anterior y dado que precisamente PP y PSOE son los partidos más votados por los españoles a pesar de todo, me temo que la corrupción se sigue usando como pretexto, con la estimada colaboración de los partidos emergentes. En efecto, la corrupción y la exigencia de responsabilidades políticas, es el principal pretexto para deslegitimar al PP y a Rajoy, no reconociéndole ni siquiera que, a pesar de todo, ha sido el partido más votado, es decir, el menos rechazado por los españoles. Argumento anticorrupción esgrimido por Sánchez, para justificar su rechazo a dialogar con Rajoy sobre la gobernabilidad de España, al que se suman tanto Rivera como Iglesias, quienes, a su vez y por separado, no tienen reparo alguno, en apoyar gobiernos municipales o autonómicos con el PSOE, que, como el PP, arrastra toneladas de sacos de basura desde épocas pretéritas, que se están investigando ahora en los tribunales por la desesperante lentitud de la justicia española que por ello se convierte en injusta. Así, agravando el asunto, a la incoherencia del líder socialista, se suma la incoherencia de los líderes de los partidos nuevos de usar la corrupción como pretexto de rechazo a quienes les conviene en vez de usarlo como acicate para invitar al consenso a todos para erradicarla.
            Y como la realidad es tozuda, ha querido el destino evidenciar tan cínica estrategia al ser imputado o ser investigado el socialista Gómez Besteiro, líder del PSdG y presunto candidato a la Xunta, por seis nuevos delitos (cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, fraude a las Administraciones Públicas, fraude de subvenciones y delito continuado de malversación de caudales públicos) en el marco de la Operación Pulpo, que se suman a otros cuatro anteriores (tráfico de influencias, cohecho, prevaricación y contra la ordenación del territorio) en el marco del Caso Garañón. Diez presuntos delitos del “amigo” de Pedro Sánchez, quien acababa de respaldarle como posible candidato a la Xunta, a pesar de estar ya investigado por los cuatro primeros, sin que ello fuera obstáculo alguno para que Rivera firmara el archiconocido acuerdo PSOE-Ciudadanos sobre regeneracionismo político y marco de gobernabilidad, con exclusión de Rajoy por su presunta responsabilidad política en los casos que afectan al PP. Diez presuntos delitos que han obligado, aunque sea por razones estéticas, a tomar medidas ante las críticas internas socialistas y la presión de Ciudadanos, que ve peligroso para su salud política añadir más dosis de corrupción a las ya digeridas. ¿Y cuáles son las medidas ejemplarizantes regeneracionistas? Que Besteiro, de cuya honorabilidad no duda su amigo Sánchez, no se presentará como candidato a la Xunta, lo que se puede vender como una dimisión sin serlo, aunque seguirá liderando el PSOE de Galicia, lo que se puede entender como que los corruptos desde ahora quedan inhabilitados para cargos públicos pero no para cargos orgánicos. Ya ven, un paso regeneracionista trascendental. Y todos tan contentos, incluido Rivera. Bueno, todos no, por bajini muchos socialistas critican la situación y alguno de ellos, como Pachi Vázquez, anterior Secretario general del PSdG, investigado también en otro caso, manifiesta que “en el PSOE, si estás imputado y eres amigo de Sánchez no pasa nada” pero “si estás imputado y no eres amigo de Sánchez dimites”. Y la regeneración política, ya ven, a la vuelta de la esquina.
                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

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