lunes, 9 de mayo de 2016

NEFASTOS VETOS



                        Se equivocó Pedro Sánchez tras el 20-D vetando al PP e impidiendo así matemáticamente la gobernabilidad del Estado, tal como se ha comprobado, y se sigue equivocando al mantener el veto para después del 26-J. Y se equivoca Sánchez porque en democracia los vetos son nefastos, salvo que se trate, que no es el caso, de opciones totalitarias que flagrantemente prostituyen el sistema democrático y actúan al margen de la legalidad vigente para imponer antidemocráticamente sus objetivos políticos. Incluso ni siquiera en estos supuestos procede el veto global al partido o a sus objetivos, por perniciosos que sean, sino al procedimiento totalitario para conseguirlos, pues en democracia cabe cualquier propuesta que, estando al margen de la Constitución, incluida su propia derogación, se pretenda implantar siempre que se acaten las reglas de juego constitucionales establecidas, es decir, la legalidad democrática vigente. Y se equivocó doblemente Sánchez equiparando en su doble veto a PP con Bildu, dos opciones que ni en sus objetivos, ni en sus métodos para lograrlos, ni en sus apoyos ciudadanos tienen la más mínima comparación. Nefastos vetos ya que en democracia nada ni nadie debe ser excluido ni excluyente, pues son los ciudadanos, sin vetar a nadie, quienes ponen a cada uno en el lugar que, según ellos, le corresponde. Cuestión distinta es el mayor grado de compatibilidad o incompatibilidad ideológico-programática entre unas opciones democráticas y otras para conformar acuerdos de gobernabilidad, lo que ofrece un variopinto abanico de posibilidades ideológicas, que, precisamente, es la esencia indiscutible del sistema democrático. Y, considerando que la gobernabilidad, objetivo prioritario en democracia (el desgobierno y el caos son el mayor atentado y el inicio de la anarquía), no exige necesariamente una coalición de gobierno, que incluso puede no ser conveniente, pero sí contempla vías de entendimiento político parcial o total con el partido que gana las elecciones, al menos en cuestiones fundamentales y urgentes, lo razonable y deseable es profundizar en ellas, que no vetarlas de entrada, para conseguir una investidura con apoyos activos o pasivos, pero condicionada obviamente al estricto cumplimiento en tiempo y forma de los objetivos pactados previamente. Vetar es sencillamente un comportamiento antidemocrático, más aun si, como es el caso, no se trata de vetos puntuales a cuestiones puntuales sino de veto total y para siempre a un partido democrático.
            Pero lo más grave no es el error de Pedro Sánchez (un pésimo liderazgo político puntual lo puede tener cualquier partido en cualquier momento), sino que el propio PSOE, en vez de hacerle rectificar o cesarlo, le apoye y no rectifique ni en el fondo ni en la forma tan errático proceder antidemocrático, corresponsabilizando así del mismo a todo el partido. Un partido centenario que en su día, por el bien de todos los españoles, sin vetar a nadie, fue capaz de pactar la transición democrática y la gobernabilidad del Estado incluso con partidos de corte totalitaria a cambio de que, estrictamente, se cumplieran las reglas de juego democráticas establecidas, lo que, finalmente, le permitió ser el partido hegemónico del reciente periodo histórico democrático y el que más tiempo lo ha gobernado. Con semejantes errores de bulto o giros ideológicos tan indeseables (lo que cada quien entienda) se está tirando por la borda el inmenso bagaje político que tantas glorias dio a los socialistas y tanto ilusionó a la inmensa mayoría de españoles gracias a sus altas dosis de tolerancia y de moderación basadas en su proyecto homologable de forma indiscutible con la socialdemocracia europea y, por tanto, alejada de coqueteos con opciones de dudosa credibilidad democrática en Europa y de vetos a opciones democráticas de sobrada solvencia europea.
            Es lamentable e irresponsable que Susana Díaz, hoy por hoy referente y promesa de sensatez frente a las veleidades de Pedro Sánchez en algunas cuestiones, finalmente le apoye diciendo que hay motivos y elementos “suficientes” para entender que el PSOE “no puede ir con el PP a ningún sitio”, sabiendo que con los resultados electorales en la mano y con los que se vaticinan, las grandes reformas que requiere España pasan por un acuerdo de gobernabilidad, sí o sí, entre PP y PSOE, única combinación capaz de sumar la mayoría absoluta cualificada requerida. Y es deprimente que aporte como argumento que ella sufrió “ese veto durante 80 días por parte del PP de Andalucía, pese a ganar ampliamente”, cuando, precisamente su experiencia, por el bien futuro de los andaluces y del resto de españoles, debiera servirle para desacreditar semejante estrategia a quienquiera que la proponga, aunque sea su propio jefe de filas, como es el caso. No vale pues el “como tú lo hiciste, yo lo hago ahora aún peor”, cuando está en juego el interés general de todos los españoles. Ya estamos como en el “y tú más” de la corrupción, lo que denota la miopía política y la incompetencia de nuestros gobernantes en términos generales. Mientras tanto, la casa sin barrer y cada vez más sucia.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

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