Si
definimos “guerra civil” como la que se da entre dos o más bandos de una misma
nación, valga como ejemplo la “guerra civil española”, bien podemos definir por
analogía como “guerra civil socialista” a la que se han declarado dos o más
bandos de un mismo partido, en este caso del PSOE, con motivo de las primarias,
pues de una verdadera guerra interna se trata a tenor de lo actuado hasta la
fecha por militantes y dirigentes. En efecto, durante la fase de captación de
avales, se ha consolidado el proceso de fragmentación del partido en dos
grandes bandos irreconciliables y un tercer bando minoritario, que
supuestamente pretende una reconciliación condenada al fracaso. En realidad,
hoy conforman el PSOE dos partidos antagónicos, como los dos bandos que
conformaban la España del 36 que acabaron finalmente en tragedia, y, si nadie
lo remedia, en tragedia puede acabar el PSOE, tal como afirma el candidato
menos apoyado, Patxi López: “si seguimos haciendo mal las cosas, podemos
desaparecer; estamos en una situación límite por la división interna”. Y no le
falta razón al socialista vasco ya que en este proceso de primarias no sólo
está en juego el liderazgo del partido y su pertinente renovación orgánica, al
que tiene legítimo derecho a aspirar cualquier militante, que es lo que debiera
ser el fondo de la cuestión, sino que además está en juego su propia ideología
socialdemócrata de las últimas cuatro décadas, que tantos éxitos le han dado. El
modelo organizativo e ideológico del PSOE es lo que se está jugando hoy a cara
de perro, viéndose venir desde el momento en que la anterior cúpula dirigente,
liderada por Pedro Sánchez, para no acatar la decisión final del Comité
Federal, máximo órgano de dirección socialista, dimitiera de malas formas al no
poder imponer su criterio, cuestionando desde entonces la legitimidad del mismo
y la pertinente dirección socialista transitoria, la Gestora, para erigirse
como el valedor indiscutible de la militancia frente a los órganos de
dirección, de la democracia interna directa frente a la delegada y del
verdadero socialismo de izquierda frente a la socialdemocracia, que son las señas
de identidad con las que ahora se presenta demagógicamente como candidato
frente a quienes no defienden la militancia, ni la democracia, ni son socialistas
ni de izquierdas….es decir, como miembros de otro partido y no del suyo.
Y
en esta guerra civil socialista, como en todas las guerras, si el fondo de la
cuestión es dramático, las formas son trágicas, ya que de lo que se trata no es
de convencer sino de vencer al contrario. Y para vencer, cuanto más juego
sucio, mejor. Mientras Susana Díaz se empeña en defender que “no hay buenos ni
malos” y que “todos somos compañeros y compañeras”, desautorizando de alguna
forma a su Secretario General de Málaga por llamar a Margarita Robles “hija
puta”, basta asomarse a las redes sociales, la actual panacea del proselitismo
político, para saber por dónde van los tiros contra ella y sus partidarios: “la
gusana”, “que es de derechas”, “doña Susana”, “la gente de Susana ni han jugado
limpio ni lo van a hacer”, “que esperamos de gentuza, degenerados del partido
adjunto al PP”, “tenéis que votar todos a Pedro y ya nos quedamos los
socialistas de corazón”, “estómagos agradecidos, a ver la Sultana, golpista y
traidora”… Son algunos de los piropos que se dedican entre compañeros
socialistas, como convincentes argumentos para cosechar avales y conseguir ser
proclamados candidatos.
Pero
esto no ha hecho más que empezar, pues ahora se trata de ganar las primarias y
erigirse en Secretario General. Y, al efecto, como la más apoyada es Susana,
pero entre los apoyos de Sánchez y López sumarían más, Pedro se apresura en
manifestar “tiendo la mano a mi querido compañero Patxi López para hacer del
PSOE un partido de izquierdas” y éste le contesta “no me parece la forma
correcta, tenemos que parar esto, la fractura ha llegado a niveles de
emergencia, esto es suicida”, mientras Susana irónicamente afirma que “alguno,
al que no le salen los números, al segundo día solicita acuerdos de mesa
camilla”. Las espadas están en alto y, como último episodio de la refriega,
durante un acto de Pedro Sánchez el alcalde de Calasparra denuncia “prácticas
mafiosas” de la Gestora y llama “faraona” a Susana, echando más leña al fuego
en esta indecente guerra civil socialista. A la espera del desenlace final, lo
trágico para el PSOE, gane quien gane, es qué harán el día después de
revolcarse en este fango de hedor insoportable que hace imposible la futura convivencia
de los dos bandos del partido o, mejor dicho, qué hará el partido que pierda
las primarias, ya sea, según ellos mismos, el mafioso de derechas o el
auténtico socialista de izquierdas. La unidad ya no será creíble para la
ciudadanía.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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